Aunque ahora disponemos de luz artificial que nos ilumina durante el periodo nocturno, nuestro reloj biológico nos impulsa a dormir, pues hay una serie de funciones indispensables para nuestro cerebro y nuestro organismo que solamente se llevan a cabo en el periodo de sueño. Funciones reparadoras y restauradoras de mente y cuerpo.
Así, al dormir se inician unos procesos químicos por los que nuestro cerebro se entrega a una actividad que en algunos momentos es comparable a la de la vigilia. Mientras dormimos las redes neuronales atraviesan cinco etapas diferentes que se repiten entre tres y cinco veces a lo largo de la noche. Las cuatro primeras coinciden con la idea intuitiva que se puede tener del descanso: la frecuencia cardiaca y el ritmo respiratorio descienden y las ondas cerebrales se hacen más lentas. En cambio la quinta, la fase de sueño paradójico o REM (rapid eye movement) es mucho más activa y se caracteriza por un movimiento ocular rápido bajo los párpados, un aumento de los ritmos cardiaco y respiratorio y un incremento notable de la actividad cerebral. Es en este periodo, principalmente, cuando se lleva a cabo el proceso de las ensoñaciones.

Sea como fuere, el cerebro forma imágenes con el flujo de información que recibe merced al incremento de actividad en la fase REM y les intenta dar un significado coherente. Para ello las la une en una especie de secuencia a la que llamamos sueño.
Las situaciones estresantes que se producen durante el día pueden convertir los sueños en pesadillas, buscando con ellas el cerebro una forma de liberar las tensiones diarias. Por ello los niños —sumidos en un continuo proceso de aprendizaje y adaptación— son tan proclives a padecerlas.
Tener pesadillas es algo tan normal como tener un sueño erótico por ejemplo, pero un aumento reseñable en su frecuencia puede ser una señal de alarma de que algo no va como debiera, que nuestro cerebro se enfrenta, a nivel inconsciente, a una situación o problema que crea una tensión emocional de la que no puede librarse. Relaciones tormentosas, traumas psicológicos, drogas y problemas psiquiátricos suelen ser causa de pesadillas frecuentes y recurrentes. Aunque a veces son simples reflejos de una situación delicada a la que no queremos enfrentarnos y que, al evitarla, nos crea tensiones emocionales. En este caso, nada mejor que enfrentarse a ella y resolverla en uno u otro sentido para que las pesadillas desaparezcan.
Durante la fase REM se da la curiosa circunstancia de que los músculos del sistema motor se “desconectan” al bloquearse los impulsos motores. De lo contrario la persona escenificaría sus sueños con movimientos corporales y si no existiera tal mecanismo, algunas noches podrían ser físicamente más duras que correr la maratón.
Cada 90 minutos aproximadamente, el cerebro alterna entre el sueño no REM y el sueño REM. En cada ciclo la duración de la fase REM aumenta, por lo que el periodo más largo ocurre por la mañana. Por ello es más fácil recordar esos sueños o pesadillas si uno se despierta en ese momento.
A continuación, las imágenes ganadoras del festival "Derqui '08" en motivo del estudio "A Ciencia Cierta".





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